Los sapos del Intendente
En víspera de la multitudinaria marcha de estudiantes secundarios, del jueves 23 de junio, el intendente de Santiago, Fernando Echeverría, anunció la actuación de policías infiltrados en la manifestación, bajo el pretexto de contener a grupos de violentistas que protagonizan desmanes. Sus declaraciones causaron alguna polémica al poner en evidencia la escalada represiva en contra de protestas sociales, en este caso sobre niños y adolescentes, quienes, aparte de ser amenazados y atacados con carros lazaaguas y lanzagases ahora son correteados con caballos y perros y espiados por policías encubiertos.
Un conocido fotógrafo recuerda como en una manifestación callejera del año 2010 o 2009 detectó a un individuo premunido de una cámara que actuaba en forma extraña. Intrigado le preguntó en qué medio trabajaba obteniendo por respuesta el nombre de una agencia de noticias, lo que trató de corroborar con un colega de la agencia nombrada con resultados negativos. Aparentemente se trataba de un policía infiltrado.
En más de una oportunidad se han registrado encuentros con personajes que aparecen premunidos de cámaras digitales o filmadoras, algunos con evidente aspecto militar y que al ser requeridos intentan hacerse pasar por trabajadores de algún medio. Esto preocupa a algunos profesionales, pues podría contribuir a una mayor agresividad de los manifestantes hacia la prensa. Cabe señalar que los ataques en contra de gráficos y periodistas, son justificados por quienes los cometen señalando la actuación de “policías-reporteros” y también por la abierta colaboración que prestan a los uniformados algunos medios, especialmente canales de TV.
Sapos sorprendidos
Otro aspecto no tocado es la posibilidad real que los infiltrados sean descubiertos y golpeados, pudiendo generarse situaciones de extremo peligro tanto para el sorprendido como para sus agresores.
El 2 de junio recién pasado, el detective Enzo Rivera protagonizó un bochornoso incidente al ser sorprendido en medio de una reunión de trabajadores del puerto de Iquique. Tras ser descubierto fue retenido en el lugar, insultado y posteriormente entregado a una patrulla de Carabineros. La “sacó barata” pues en otras circunstancias podría haber recibido una feroz golpiza, con la consiguiente y aún mas violenta acción de represalia de la policía en contra de los trabajadores.
A comienzos de septiembre de 2010, en medio de una protesta de empleados fiscales, un joven que filmaba a los manifestantes fue apresado violentamente por policías antimotines. En el forcejeo los uniformados olvidaron la mochila del arrestado, la que fue abierta por otro manifestante delatando a su dueño como el subteniente de Carabineros Javier Melita Sepúlveda, quien portaba además un par de esposas, una radio y documentos institucionales. Nunca se supo por qué la policía infiltró una manifestación pacífica y arrestó al subteniente con todo el escándalo subsiguiente.
Pero la situación pudo ser mucho grave en el caso de un policía no identificado, sorprendido tratando de fotografiar a un grupo de anarquistas encapuchados, quienes lo atacaron y obligaron a intervenir a policías antimotines para protegerlo. Este hecho ocurrió en medio de una manifestación de 1º de Mayo y la maniobra pudo tener un desenlace brutal.
Sospechosos y sospechas
La operación con policías “infiltrados”, es una táctica cuya efectividad es puesta en duda pues existirían medios para registrar a los manifestantes desde la distancia, no siendo necesario arriesgar uno o más hombres en una labor que puede ser altamente peligrosa. Más aún anunciandola a los cuatro vientos como hizo el intendente Echeverría.
A menos que el objetivo sea otro, como sospechan algunos, tratando de intimidar a los "violentistas", pero de paso a muchos manifestantes pacíficos y de atizar la paranoia entre los adolescentes, agudizando la desconfianza hacia los adultos y de paso hacia la prensa.
Cómo dato final, en una pasada protesta de secundarios el reportero gráfico Jorge Zúñiga, de Punto Final, fue impactado en su rostro con una piedra de grandes dimensiones. Este hecho ocurrió mientras manifestantes se enfrentaban con la policía, a los gritos de “la prensa burguesa no nos interesa”. No es la primera vez que alguien vocea esta consigna y desata el ataque contra los profesionales, pero en este caso los gritos los inició un sujeto que no estaba entre quienes batallaban con la policía, tras lo cual sobrevino la lluvia de proyectiles. Por suerte Zúñiga portaba casco y mascara antigas que lo protegieron de recibir lesiones de mayor gravedad, aunque ha debido guardar estricto reposo por más de una semana y deberá operarse para reparar la quebradura de su tabique nasal.
Es difícil comprobar fehacientemente que los ataques contra la prensa no los inician exclusivamente “encapuchados violentistas”, sino otro tipo de personajes a quienes pueda interesar crear prensa hostil para una causa o manifestación específica. Pero la sospecha está puesta en el escenario.
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