jueves, 26 de enero de 2012

Entrevista a Marta Lagos: Ley Antiterrorista abre crisis de gobernabilidad


Conocida por su trabajo en la Corporación Latinobarómetro, que realiza estudios de opinión en Chile y en una veintena de países latinoamericanos, la economista Marta Lagos Cruz-Coke es también analista socio-política: su conocimiento empírico del comportamiento de las personas ayuda a la exactitud de sus pronósticos y estimaciones. De origen democratacristiano, Marta Lagos dejó de militar en la DC hace unos quince años. Mantiene sus ideas: nieta del Dr. Eduardo Cruz-Coke Lassabe, destacado científico y político socialcristiano que fue senador y candidato a la Presidencia de la República en 1946, tiene una tradición de pensamiento amplio que enriquece sus análisis, casi siempre originales y polémicos.


¿Son posibles cambios de fondo en este gobierno?


“Antes de entrar en materia, digamos que Chile tuvo un desarrollo de cambios hasta 1973. Hubo cambios estructurales muy importantes, como la reforma agraria y la nacionalización del cobre. También fue muy importante el voto de las mujeres. Esta historia de cambios fue interrumpida por la dictadura. Después, lo que hizo la Concertación en sus veinte años fue asegurar la gobernabilidad y no hacer cambios de fondo. Terminados los gobiernos de la Concertación, llegó la derecha, paradojalmente elegida bajo el ofrecimiento del ‘cambio’. Para Piñera el contenido de ese ‘cambio’ es muy distinto de lo que entiende la mayoría de la gente que votó por él.

Chile ha evolucionado pero su sociedad no se ha reestructurado. Esta sociedad está segmentada en una forma no adecuada al nivel de desarrollo que tiene el país. Existe una tensión entre los medios que se necesitan en un cierto nivel de desarrollo y el grado de tradicionalismo de la sociedad, que está produciendo un choque constante. Hay perspectivas de un estancamiento que puede prolongarse si la derecha logra conquistar el próximo gobierno.

Puede haber una reforma tributaria, que de tal tenga el nombre y no altere las relaciones de poder. Habrá, por otra parte, crecientes movilizaciones de diversos sectores. Por su parte, los estudiantes tendrán puestos los ojos en las elecciones presidenciales con el propósito de asegurar la satisfacción sus demandas. ¿Y qué pasa con la derecha? No hay una nueva derecha. Se hizo una hipótesis de que con Piñera llegaría una derecha más centrista, sin los problemas de la vieja derecha chilena. No fue así. El gobierno está dominado por la UDI. Las tensiones que estamos viviendo y los desaciertos, desaguisados y metidas de pata tienen que ver con los desacuerdos y roces que existen al interior del gobierno. Una parte importante del gobierno quiere hacer una cosa y la UDI otra. Finalmente, se impone la UDI.

Como la Concertación no sabe qué hacer y la Izquierda sigue marcando el paso, el único partido que parece tener las cosas claras es la UDI. Y lo dice: el binominal para después, ahora la reforma tributaria. Se trata de una derecha ‘popular’. El pinochetismo sociológico del 43% en el plebiscito dio origen a la UDI, que representa a lo menos el 20% de los votos. RN, como partido del presidente, puede que se beneficie de esta condición en las elecciones municipales y que gane estrechamente a la UDI. Si pierde, quedará en una situación crítica.

En la Concertación sus partidos están en extrema debilidad. Sin iniciativa ni capacidad de reacción, y desprestigiados. Lo más probable es que no obtengan buenos resultados. Clamarán al cielo para que vuelva Michelle Bachelet con grandes expectativas de ganar las elecciones presidenciales, aunque no puede hablarse de seguridad. El triunfo de Michelle Bachelet no resolvería el problema. Contaría con un apoyo parlamentario débil y una situación partidaria compleja. Bachelet tiene experiencia de gobernar sin partidos, y no fue buena. Entonces, el gran problema será la gobernabilidad”.


Ley Antiterrorista: grave error

Un problema que se está produciendo en este gobierno de derecha…

“Efectivamente. Y es una paradoja porque Piñera prometió estabilidad. Pareciera que su gran herencia va a ser la ingobernabilidad.
Cuando el ministro del Interior anuncia que en Chile hay terrorismo de un pequeño grupo que incendia los bosques del sur, como él no sabe qué hacer, demanda la aplicación de la Ley Antiterrorista. Me parece el error más grave que ha cometido este gobierno, que abre así una crisis de gobernabilidad. Una puerta para empezar a declarar que eventuales actos de violencia -ni siquiera suficientemente acreditados- constituyen terrorismo. Adiós reforma de la educación, modificaciones al sistema político, reforma tributaria, porque, ¿quién se va a preocupar de los impuestos si el tema es el terrorismo? Se está inventando una realidad que no existe y que incluso puede culminar en una profecía autocumplida.

El gobierno ha agregado una variable negativa a su gestión. Un ministro del Interior que no sabe de política orienta a un presidente que cree, de buena fe, que lo está haciendo bien y que es víctima de los medios que no comunican los éxitos de su gobierno. Todo eso podría ayudar a una eventual candidatura de Michelle Bachelet, que aseguró estabilidad, paz social y ausencia de terrorismo. Piñera está enterrando la posibilidad de volver a esa estabilidad.

Es posible que en el futuro surja una nueva derecha como consecuencia de este gobierno, y no es claro lo que significaría en este panorama confuso que, además, puede agravarse por las consecuencias de la crisis económica que de todas maneras afectará a las economías latinoamericanas. Michelle Bachelet no ha cambiado nada y tiene una visión muy aterrizada de la problemática nacional. No me queda nada claro, sin embargo, que ella quiera gobernar el país de hoy. Tendría que gobernar cuatro años y hacer la reforma educacional, modificar el sistema político y hacer una reforma tributaria que distribuya poder, y para eso necesitaría contar con un Parlamento que le dé los votos necesarios. ¿Se necesita decir más?

No comparto las visiones rosadas. Todos los estudios que hemos hecho nos indican que la gente está más sincera, más crítica, que no se pasa películas, y que hay un mucho mejor nivel de racionalidad y de capacidad de empoderamiento. ¿Esa gente le entregaría así no más su voto a una señora que lo hizo bien en el pasado? No. Esa gente va a votar por una agenda de cambio que tenga posibilidades de éxito, para lo que necesitará los votos en el Congreso que hoy por hoy no se ven dado el estado de la Concertación y la realidad de la Izquierda. Insisto en que eso podría producir una crisis de gobernabilidad que pudiera convertirse en un vacío de poder”.


El voto voluntario

¿Qué opina de la inscripción automática y voto voluntario?

“Pensar que la gente va a votar porque hay un registro automático es una ilusión. Es una reforma que debió hacerse hace diez años. Este es un país sin cojones en ese sentido. Y el Congreso es poco valiente. La ley de divorcio demoró diez años, y esta reforma llega con un atraso tal, que pierde todo impacto. En su momento habría revitalizado la política, y se habría visto como parte de la indispensable reforma al sistema electoral que ya entonces se advertía. Se habría visto ligada a la reforma del binominal, pero no ahora, con el binominal estancado o sujeto al arbitrio de la UDI.

Por otra parte, la gente no es tonta y sabe cuando le están dando una opción. Si no hay opción, no vota. Por eso la elección de alcaldes tiene importancia y es probable que haya una irrupción de independientes ligados o no a partidos.

Concretamente creo que la ley de voto voluntario elitizará el voto: votarán los más educados. La gente más pobre dejará de votar porque no hay multas ni sanciones. La ley de los grandes números hará que se sustituyan los votos de gente pobre que no irá a votar, por votos de gente que no ha votado antes y tiene más educación”.

En este escenario dinámico e incierto, ¿no son mayores las posibilidades de la Izquierda, porque tienen mayor capacidad de movilización, más propuestas programáticas, más entusiasmo por el cambio?

“No me queda claro. No hay, para mí, una demanda ideológica. Hay sí polarización. Grupos de Izquierda más allá del PC pueden emerger, y también no descartaría grupos a la derecha de la UDI. Pero creo que el grueso de la población tiende a posiciones moderadas, lo que implica centroizquierda y una centroderecha (que no es la que está gobernando). Tenemos entonces eso que a la derecha le molesta tanto: ‘el progresismo’, que puede convertirse en amplia mayoría que no produce grandes revoluciones, ‘se mueve hacia’, que avanza con cierta lentitud pero con mayor seguridad. Eso me parece que puede tener más éxito que las posiciones de blanco o negro”.


Moderación política

¿Es que alguna vez las hubo?

“No creo, ni siquiera en tiempos de la Unidad Popular. El país nunca se imaginó lo que significaría el golpe militar y esa experiencia lo marcó y lo sigue marcando. No tanto contra los militares, sino contra los extremos. Esa es la lección. Hay que ser moderados, hay que pedir pero no tanto. Eso puede ser también peligroso, por el surgimiento de caudillos populistas y el clientelismo, especialmente en los municipios porque no hay control de partidos.

Este sistema político que debería ir hacia una profesionalización retrocede, en cambio, a una tradicionalización, personificando los liderazgos sin que haya instituciones que los respalden. La UDI es el único partido que sale fortalecido hasta el momento del gobierno de Piñera, y trabaja con vistas a las elecciones presidenciales. Pero, ¿tendrá posibilidades un representante de sus filas saliendo del fracaso del gobierno de Sebastián Piñera, que contaminará a los partidos que lo apoyaron y a la derecha en general? No sería fácil, aunque el candidato o candidata se esforzara en demostrar que es muy diferente al actual mandatario y que un gobierno UDI sí sabría gobernar.

Este gobierno es una verdadera federación de feudos en que cada señor feudal quiere ser presidente de la República, lo que termina matando al gobierno por falta de coordinación y de un solo estilo de política”.

¿Cuál es el balance de las movilizaciones sociales?

“Creo que los estudiantes lo hicieron notablemente bien, abrieron la puerta al cambio. A lo mejor no salieron ganando, a lo mejor demorarán años en lograr la totalidad de lo que exigían. No lo sabemos. Pero habrán producido indirectamente otros cambios a favor de otros sectores.

Se dice que las grandes movilizaciones han contribuido a la politización del país. No estoy de acuerdo. Eso viene de mucho antes. En las encuestas tenemos una preciosa pregunta creada por una encuestadora brasileña: ¿Por qué motivo se pelearía con su mejor amigo? El 35 por ciento de los chilenos pelearía con su mejor amigo por razones políticas. Cuando me dicen que este país se politizó, digo que eso no es correcto, la política salió a la superficie porque estaba oculta y nunca ha dejado de estar presente. Ahora, como la gobernabilidad todavía parece asegurada y la derecha llegó al poder, se puede decir lo que se piensa. El 70 por ciento de los chilenos no dice lo que piensa. Ese 70 por ciento siempre tuvo política en la cabeza. Es una interpretación voluntarista decir que ahora se politizó. Durante más de veinte años siete de cada diez chilenos no dijeron lo que pensaban. Eso bajó al 50 por ciento en dos meses y el próximo año bajará a un 30 ó 20 por ciento. Son los últimos estertores del impacto de la dictadura. Este pueblo sabe lo que quiere, sabe dónde está parado y hacia dónde quiere ir. Otra cosa es que lo diga. Y otra es que rompa la pasividad y se decida a actuar.

Mi convicción es que en Chile manda la moderación. Aquí no va a haber revolución, no va a haber quiebre ni ninguna de esas cosas, aunque el gobierno haga las más grandes brutalidades. Porque el pueblo se va a encargar de que eso no suceda. No tengo duda, tampoco, de que las cosas van a cambiar. Ahora, si los cambios vienen con la velocidad que tuvo la ley de divorcio, Dios nos libre”.


La fuerza estudiantil

¿Primero serán los cambios políticos?

“No se puede decir. Lo claro es que para que eso ocurra, los políticos tienen que convencerse que pierden más aferrándose al sistema que cambiándolo. Ningún cambio ocurre por mera voluntad o por un acto bondadoso, según decía Maquiavelo. Tiene que ser por interés o por la fuerza. Todavía pueden aguantar, pero si se produce una debacle política -como la irrupción de independientes en las elecciones municipales o parlamentarias que representen una pérdida significativa para los partidos-, éstos se preocuparán de facilitar el cambio. Es ilusorio pensar que se va a producir una reforma real porque salen doscientos mil niños a la calle. Las reformas se hacen porque es menos costoso hacerlas que no hacerlas”.

¿Serán reemplazados los estudiantes?

“Pienso que otros estudiantes reemplazarán a los que se movilizaron en 2011. Esos niños ya están movilizados. El 90 por ciento de los que entran a estudiar este año están en un estado de movilización en sus mentes y en sus acciones. No se sienten derrotados; el 70 por ciento cree que la reforma viene.

Hay que tener presente cosas importantes. El 78% de los chilenos tiene celular. El 22 por ciento de los niños que comen una vez al día y son estudiantes, tienen celular. Ese niño que prefiere gastar la plata en un celular en vez de hacerlo en una comida, quiere ser parte del mundo globalizado. Y no va a dejar de demandar lo que quiere porque un ministro hace una declaración. Le importa un bledo. No sabe lo que es un partido, quién es el ministro y escasamente quién es el presidente de la Republica. Pero va a salir a la calle a exigir sus demandas, quiere llegar al mundo globalizado, quiere ser moderno, quiere acceder a la tecnología, quiere estudiar, quiere tener un trabajo, quiere divertirse y va hacia adelante como un bulldozer. Eso no lo para nadie”.




(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 751, 20 de enero, 2012)

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