Las graves consecuencias económicas, políticas y sociales que produjo la dictadura militar de Pinochet provocaron que hacia los años 80 el movimiento social, reprimido a corvo y garrote, comenzará a rearticularse de manera paulatina, teniendo sus bases principales en las poblaciones y en los sectores estudiantiles. La reorganización social dio paso a diversas jornadas de protesta y manifestaciones en variadas ciudades del país exigiendo el término de la dictadura militar, así como la aparición de centenares de detenidos desaparecidos. Para ese entonces la represión ejercida por parte del Estado autoritario no tenía límites, poniendo en práctica una violencia tal, que como fin perseguía infundir el miedo a la población y opacar cualquier intento de sublevación popular.
En medio de una jornada de protesta que buscaba el pronto fin de la dictadura, el 27 de marzo de 1984 cae Caupolicán Inostroza, estudiante de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Concepción, muerte causada por un balín de goma disparado por la flamante institución de carabineros de Chile. Hecho que se condice con la represión ejercida por el Estado para diezmar cualquier tipo de malestar social organizado.
Así comprobamos, una vez más, que la violencia y represión son las herramientas predilectas del poder a la hora de reprimir la organización popular en miras de un cambio social y político del país. Los grandes empresarios y políticos no han vacilado en coercionar las voluntades del pueblo con tal de mantener en pie su forma de concebir los procesos sociales, donde en dictadura, podemos ver que el terrorismo de Estado actuó en su máxima expresión; detenciones ilegales, tortura, vejación, desaparición y muerte. Hoy en día observamos como se recrudece la represión y que la violencia ejercida desde el poder no dista de la que acabó con la vida Caupolicán.
Los ejemplos sobran y son recientes, las movilizaciones estudiantiles del año 2011 fueron fuertemente reprimidas, nosotro/as misma/os hicimos carne de eso, con disparos de lacrimógenas dirigidos al cuerpo, detenciones ilegales, balines de goma a corta distancia e incluso con vejación y tortura por parte de las fuerzas de orden. Para todxs es conocido el asesinato de Manuel Gutiérrez a manos de carabineros en los días de agosto del año pasado, claro ejemplo de que cuando el Estado se asusta producto de las movilizaciones y el malestar social, no vacila en disparar, y ojo, no discrimina.
De la misma manera se escucha el grito del pueblo mapuche, en su lucha por la recuperación de sus territorios ancestrales arrebatados por este mismo Estado oligarca, que ha sido callado entre lacrimógenas y cárcel, entre ocupación y militarización del territorio. Y aun más recientemente, la lucha que se da en Aysén es claro ejemplo de un nuevo despertar, un nuevo grito transversal que no solo busca mejoras de tipo económico, de una u otra subvención del Estado a la madera o de sueldo regionalizado, su lucha es claramente de carácter político, contra un sistema económico desigual que priva a la gran mayoría de los placeres que goza la pequeña minoría.
La dictadura nos reprimió cuando copamos las calles bajo el ideal organizado de un pueblo en acción y movimiento, cobrando la vida de quienes estuvieron dispuestos a arriesgarla, con tal de defender los ideales de justicia contra el terror de Estado que dominaba las calles durante esos años. Hoy se concibe de manera muy similar, ya que el Estado y el Capital nos reprime de la misma forma, con el mismo ímpetu e intransigencia de quienes detentan el poder, salvaguardando el sistema a sangre y fuego.
La policía nos golpea y los medios de comunicación nos mienten, los políticos nos engañan y los ricos se ríen de nosotros. Lo que ayer nos mató hoy puede cobrar una nueva vida, Caupolicán murió como muchos compañeros luchando por defender un ideal. Ayer lucharon contra la dictadura hoy luchamos contra el mercado, contra la dictadura del capital.
En medio de una jornada de protesta que buscaba el pronto fin de la dictadura, el 27 de marzo de 1984 cae Caupolicán Inostroza, estudiante de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Concepción, muerte causada por un balín de goma disparado por la flamante institución de carabineros de Chile. Hecho que se condice con la represión ejercida por el Estado para diezmar cualquier tipo de malestar social organizado.
Así comprobamos, una vez más, que la violencia y represión son las herramientas predilectas del poder a la hora de reprimir la organización popular en miras de un cambio social y político del país. Los grandes empresarios y políticos no han vacilado en coercionar las voluntades del pueblo con tal de mantener en pie su forma de concebir los procesos sociales, donde en dictadura, podemos ver que el terrorismo de Estado actuó en su máxima expresión; detenciones ilegales, tortura, vejación, desaparición y muerte. Hoy en día observamos como se recrudece la represión y que la violencia ejercida desde el poder no dista de la que acabó con la vida Caupolicán.
Los ejemplos sobran y son recientes, las movilizaciones estudiantiles del año 2011 fueron fuertemente reprimidas, nosotro/as misma/os hicimos carne de eso, con disparos de lacrimógenas dirigidos al cuerpo, detenciones ilegales, balines de goma a corta distancia e incluso con vejación y tortura por parte de las fuerzas de orden. Para todxs es conocido el asesinato de Manuel Gutiérrez a manos de carabineros en los días de agosto del año pasado, claro ejemplo de que cuando el Estado se asusta producto de las movilizaciones y el malestar social, no vacila en disparar, y ojo, no discrimina.
De la misma manera se escucha el grito del pueblo mapuche, en su lucha por la recuperación de sus territorios ancestrales arrebatados por este mismo Estado oligarca, que ha sido callado entre lacrimógenas y cárcel, entre ocupación y militarización del territorio. Y aun más recientemente, la lucha que se da en Aysén es claro ejemplo de un nuevo despertar, un nuevo grito transversal que no solo busca mejoras de tipo económico, de una u otra subvención del Estado a la madera o de sueldo regionalizado, su lucha es claramente de carácter político, contra un sistema económico desigual que priva a la gran mayoría de los placeres que goza la pequeña minoría.
La dictadura nos reprimió cuando copamos las calles bajo el ideal organizado de un pueblo en acción y movimiento, cobrando la vida de quienes estuvieron dispuestos a arriesgarla, con tal de defender los ideales de justicia contra el terror de Estado que dominaba las calles durante esos años. Hoy se concibe de manera muy similar, ya que el Estado y el Capital nos reprime de la misma forma, con el mismo ímpetu e intransigencia de quienes detentan el poder, salvaguardando el sistema a sangre y fuego.
La policía nos golpea y los medios de comunicación nos mienten, los políticos nos engañan y los ricos se ríen de nosotros. Lo que ayer nos mató hoy puede cobrar una nueva vida, Caupolicán murió como muchos compañeros luchando por defender un ideal. Ayer lucharon contra la dictadura hoy luchamos contra el mercado, contra la dictadura del capital.
Seguiremos esta lucha por el presente y el futuro, porquienes están junto a nosotros y por quienes vienen...
Porque cada día… nace un joven combatiente
Muy buena iniciativa! que arda el fuego de la memoria popular
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