lunes, 1 de mayo de 2017

INQUIETANDO DESDE EL MARGEN, FRENTE A UNA NUEVA CONMEMORACIÓN DEL DÍA DE LOS/AS TRABAJADORES/AS.


El primero de mayo de 1886, los/as trabajadores/as de Estados Unidos se lanzaron a la lucha por sus derechos y contra el abuso de los patrones, convocados a "¡Un día de rebelión, no de descanso! (...) Un día en que con tremenda fuerza la unidad del ejército de los trabajadores se moviliza contra los que hoy dominan el destino de los pueblos de toda nación. Un día de protesta contra la opresión y la tiranía, contra la ignorancia y la guerra de todo tipo”,
Por eso, hoy primero de mayo de 2017, cuando se cumple un año más de estas luchas, es un buen momento para preguntarnos por las actuales condiciones de vida de los/as trabajadores/as y el pueblo pobre en general.
Lo primero que tenemos que reconocer es que NO es cierto que tengamos suficientes diagnósticos de la realidad político - social chilena. Si bien hay bastante información de la colusión empre­sarial para subir los precios de los productos, del financiamiento em­presarial a políticos/as de todos los colores, de la corrupción, de los robos de dineros de las arcas del Estado, o de la represión contra quienes nos atre­vemos a reclamar. Sin ir más lejos, en el mes de abril entró en vigencia la nueva ley laboral que claramente favorece a los intereses del empresariado; pero además, tanto los/as empresarios/as como el gobierno han cerrado filas en contra de las reivindicaciones de los/as trabajadores/as, es lo que ha sucedido con el escuálido aumento de un 3,2% en el sueldo del sector público, o el 2% en Sodimac, o la situación extrema de minera La Escondida, que prefirió dejar de ganar varios millones, antes que ceder a las demandas de sus trabajadores/as.
Sin embargo, todos estos análisis se refieren al comportamiento de la elite, a los/as dueños/as del poder y la riqueza. Por tanto, lo que nos falta analizar de verdad, es qué pasa con nosotros/as, con la clase trabajadora y el conjunto del pueblo y esto es fundamental para definir nuestras respuestas frente al bloque dominante.
Es verdad que una franja de nuestro pueblo ha salido del servilismo y la sumisión humillante de la ideología neoliberal, pero incluso esta franja, sigue mostrando mucha pasividad y comodidad, si es convocada a mar­char, marcha, pero si no, se queda en el reclamo individual sin consecuen­cias; pero lo peor es que aún hay un gran segmento de nuestro pueblo que vive dócilmente en la resignación.
Todas estas situaciones se deben a las leyes vigentes, pero también a la debilidad de las organizaciones y en especial, las del movimiento sindical chileno, encabezado por muchos/as dirigentes vendidos/as al gobierno y, por tanto, al empresariado.
Frente a estos desafíos es necesario intensificar las diversas formas de difusión de información, que colabore a que los más amplios sectores de nuestro pueblo sientan y tomen concien­cia de su condición de explotados/as y dominados/as, pero sobretodo, es necesario construir referentes de que es posible, necesario y urgente organizar la vida al margen de los humillantes antivalores del sistema. Al mismo tiempo, para la franja que ya se sacudió el yugo y levantó la cabe­za, debemos continuar desarrollando espacios de autoeducación, que les convenza de la necesidad de organi­zarse, que unifique las demandas y les permita desarrollar toda la iniciativa y protagonismo popular colectivo; por su lado, los/as trabajadores/as necesitamos poner todas nuestras energías en la reconstrucción de un sindicalismo clasista, incorporando a los diferentes sectores de trabajadores/as que hoy día no están organizados/as.
Pero la tarea más pesada es para las organizaciones que nos definimos anticapitalistas, quienes debemos desarrollar una mirada más global y al menos de mediano plazo, que nos posi­bilite avanzar en un tipo de unidad construida en torno a ciertos ejes de demandas, por ejemplo, la SEGURIDAD SOCIAL, esos derechos básicos que han sido transformados en negocios y que un importante porcentaje de chilenos/as hemos descubierto que son una des­carada estafa y hemos dicho ¡basta!.
La seguridad social pasa por rescatar el alimento, el agua y el conjunto del medio ambiente, que nos pertenecen a todos/as, de las manos del puñado de familias que se han hecho millonarias dedicándose a la plantación de pino y eucaliptus, en vez de producir alimen­tos; y estas plantaciones, lo único que han provocado es escasez de agua e in­cendios forestales. El pueblo mapuche, viene luchando hace mu­cho tiempo contra esta realidad y por eso un alto porcentaje de la población sigue apoyando la causa mapuche.
Seguridad social, es también el de­recho a una vivienda digna; a una educación de excelencia, pública, gratuita y con control comunitario; a una salud realmente al alcance de todos/as. Pero hoy, sobretodo, pasa por recuperar la administración de nuestros ahorros para la jubilación, en manos de los/as negociantes desal­mados dueños/as de las AFP.
Frente a este panorama, ya no caben las candidaturas testimoniales de una izquierda desteñi­da, ni los llamados a la abstención. Pero tampoco las marchas han ser­vido mucho, así que debemos ir a la disputa del carácter de las movilizacio­nes: avanzar de las marchas “lúdicas”, que no hacen daño a nadie, a verda­deras protestas populares, partiendo por articular bloques de la izquierda anticapitalista en las marchas, re­cuperar los caceroleos y los cortes de tránsito.
Pero debemos reconocer que la lucha no empieza en el presente, tiene mucha historia, sacrificios y entrega en diferentes periodos históricos. Es necesario nutrirse de ese acumulado histórico, pero también es necesaria la creación e imaginación en las nuevas condiciones de nuestro país. Con solidaridad, unidad, organización y movilización es posible avanzar en la reconstrucción de un sindicalismo clasista haciendo honor y un justo homenaje a Luis Emilio Recabarren, a Clotario Blest y a todos/as los/as luchadores/as y mártires de los/as trabajadores/as de Chicago, de Chile y de todo el mundo.

Chile, 1 de mayo de 2017


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